VALDEANDE (BURGOS)
UN PEQUEÑO PUEBLO CON MUCHO QUE ENSEÑAR
Para llegar a Valdeande cogemos la carretera que una Santo Domingo de Silos con Caleruega, BU-910 y unos metros antes de llegar a éste último pueblo, cogemos el desvío que señala Valdeande y en menos de 5 Km. nos encontramos con el pueblo. El origen del nombre proviene de “Valdefañez” por ser el poseedor de estas tierras el hijo de un conde de apellido Fernandez, de ahí “Valle de Fernández al hoy Valdeande. Como hemos dicho es un pueblo pequeño, de tan sólo 50 personas en los meses invernales, pero muy cuidado y que se agarra a iniciativas turísticas para luchar contra la despoblación. No en vano en los meses de verano la población puede superar los 600 habitantes.
Pasear por sus calles es ver construcciones de arquitectura
tradicional de la zona, fachadas de piedra, entramados de madera, puertas de entrada en forma de arco en piedra
de sillería, ventanas pequeñas para evitar el frio o el calor, muros gruesos en
las paredes exteriores y chimeneas en cono, típicas serranas. Muchos de sus
balcones son de hierro forjado con filigranas. Lo curioso de algunas fachadas
es el tallado de caras junto a puertas o ventanas. Aparcamos el coche frente a
los antiguos lavaderos que se está procediendo a su restauración, ya que
durante años estuvieron tapados con tierra y un pequeño jardín. Según nos
cuentan ha sido la nueva corporación municipal la que ha decidido ponerlos en
valor. Una decisión muy acertada. Son tres piletas construidas con losas de
piedra calcárea de las canteras que hubo
antaño en el pueblo. Por su fábrica tienen que datar de muy antiguo y se han
estado usando hasta la década de los 90. Un poco más adelante vemos una
construcción en forma de capilla, es la que llaman “Fuente Vieja” que por su
estilo parece románica y de origen medieval. Consta de dos arcos de medio punto
separador por una columna. Una inscripción tallada en ella nos indica que fue
restaurada en 1703. La fuente es muy vistosa y no pasa desapercibida al
visitante.
Caras en las fachadas de las casas Forja en los balcones
Calle vista desde la fuente nueva
Nos dirigimos hacia la iglesia y de camino nos encontramos la que va a ser nuestra guía particular, su nombre María Iglesias, además concejal del ayuntamiento valdeandino. Su amabilidad y su elocuencia a la hora de contarnos la historia del pueblo la aprovechamos al máximo. Ella nos cuenta que a poca distancia del pueblo existe el yacimiento de la ciudad romana de Ciella y que muy posiblemente fuese anteriormente el asentamiento vaceo de Gella. Tribus que lucharon contra la ocupación romana de ésta zona. Las primeras noticias medievales de éste lugar las encontramos en la documentación del monasterio de Arlanza en el año 1034, cuando se cita el lugar como "Cellan Chesoni" con el significado de celda o habitación de Keson, nombre de persona. Nos indica María que luego visitaremos el Aula Arqueológica que guarda los restos encontrados en ella. El propio yacimiento no se puede visitar al estar tapado para evitar su deterioro y su expolio. (Yo lo visité hace unos años y aún se podían ver las tumbas descubiertas en la necrópolis) pero hay una ruta de senderismo, la PRC-BU-169 que pasa por el lugar.
Tumba antropomorfa de la necrópolis
La
visita se dirige ahora a la iglesia. Está bajo la advocación de San Pedro Apóstol
y en ella concurren varios estilos. Lo más antiguo es la portada y la parte
baja de la torre, todo ello del siglo XI. La portada tiene varios arcos de
medio punto. La alta torre es más ancha por abajo que por arriba. Al parecer la
torre originalmente sirvió de fortificación y torre de vigilancia durante la
reconquista a los musulmanes a la vez que el desaparecido castillo, que como ya
se ha dicho lo mandó construir el Conde Gonzalo Fernández, de donde le viene el
nombra al pueblo, padre de Fernán González. Éste castillo lo asoló Almanzor.
La
cubierta de la iglesia es gótica, y según la tradición en el pueblo la
construyeron los templarios y nuestra guía nos enseña una cruz templaria
tallada en una pared del baptisterio. Dentro de éste, nos encontramos con una
gran pila bautismal románica. Su pie es
de grandes proporciones y tiene tallados arcos de medio punto con
representaciones del bautismo. Es muy llamativa. Preside el presbiterio un
retablo del siglo XVI de estilo plateresco. Además tienen varias tayas de
santos repartidas por la nave de la iglesia.
Salimos
de la iglesia y vamos al “Lagar”. El lagar, según nos cuenta María, perteneció
a varios vecinos que lo donaron al pueblo para convertirlo en un museo del
vino, ya que Valdeande tiene mucha tradición vitivinícola. En el camino hacia
el “Lagar” hemos visto varias bodegas escavadas en el terreno y dos o tres
zarceras para que respiren hechas de piedra. Al entrar en el museo lo primero
que vemos es la larga viga, de unos 20m.
el usillo, el castillete de maderos, y la pila grande. Éste conjunto es
donde se prensa la uva para sacar el vino. De las paredes cuelgan los
utensilios que se utilizaban en todo el proceso, desde la vendimia hasta que salía
el vino. El museo se inauguró en el año 2011 y el encargado de darle forma ha éste
lagar del siglo XVIII ha sido Rubén Arrabal. El museo pertenece al proyecto de “MUSEOSVIVOS”
por lo que las reservas de las visitas hay que hacerlas con la aplicación para móvil
http://museosvivos.com/.
No es el único lagar en el pueblo, hay 12 más de particulares.
Lagar e interior del mismo
Aula Arqueológica de Ciella y nuestra guia
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