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sábado, 25 de julio de 2020

CALATAÑAZOR (Soria)

CALATAÑAZOR,  (SORIA) “DONDE PERDIÓ EL TAMBOR ALMANZOR”

UNA ESCAPADA DE UN DÍA POR CALATAÑAZOR Y CABREJAS DEL PINAR

Como ya comentamos en un blog anterior  La Fuentona   en esta zona hay mucho que ver y disfrutar en una escapada de un día. Nos desplazamos por la N-234 hasta el cruce de Cabrejas del Pinar y desde allí cogemos la carretera que nos lleva a Calatañazor. A la vuelta pararemos en Cabrejas.  

                                                                                     Castillo de Calatañazor

 Ya desde antes de llegar a Calatañazor se ve sobre un altozano la silueta del pueblo amurallado. Una vista que no te deja indiferente. Dejamos el coche en el aparcamiento habilitado junto a los restos de la ermita románica de San Juan. Otra ermita nos recibe a la entrada del pueblo, la ermita de La Soledad, también de estilo románico de la cual se conserva muy bien su ábside y la portada. Tras una pequeña subida entramos a unos de los pueblos más bonitos y con encanto de España. La leyenda nos dice que aquí “perdió el tambor Almanzor”. Una historia que se remonta  al año 1002 cuando Almanzor “el invencible” perdió la batalla ante el conde de Castilla Sancho García en lo que se ha llamado “El Valle de la Sangre” a los pies del pueblo. El nombre del pueblo parece provenir de aquella época, del nombre árabe Qal at an-Nusur que vendría a significar “Nido de Aguilas”.


Calatañazor visto desde la carretera y desde el aparcamiento de la ermita


Ermita de San Juan

Una calle estrecha y empinada de canto rodado  es su arteria principal. Sus casas han perdurado con la arquitectura  medieval, con edificios de dos plantas, la baja de mampostería tosca y la de arriba de adobe con entramados de madera de sabina o  ladrillo árabe. Los tejados conservan la típica chimenea cónica encestada, realizada con entramado de ramas y cubiertas de barro para luego recubrirlas de teja. Destacan los soportales de alguna vivienda con vigas de sabina. Todo ello muy bien conservado o restaurado.




                                            Ermita de La Soledad y   calles de Calatañazor


 En mitad de la calle, a mano izquierda nos encontramos con la iglesia de Santa María del Castillo, de origen románico de la que solo queda la fachada occidental, con puerta y un óculo sobre ella. La obra actual es de finales del siglo XVI o principios del XVII. Es de una sola nave y torre. En su interior se conserva una pila bautismal del siglo XI. 





Iglesia de Calatañazor


Un poco más adelante, en una plazoleta se encuentra el busto de Almanzor, de obligada fotografía para los visitantes. 


Busto de Almanzor y plazoleta donde se encuentra









Calles de Calatañazor

Al final de la calle se encuentra la plaza del pueblo con el ayuntamiento y al fondo el castillo. El centro de la plaza lo preside un rollo jurisdiccional, de cuando la familia Padilla ejercía su señorío en el territorio, y junto a él una roca con el fósil de una palmera, reliquia de cuando éstas tierras tuvieron un tiempo más templado.


Rollo y palmera fósil

 Desde aquí subimos al castillo. Del primitivo de los tiempos de los musulmanes no queda rastro, el actual es del siglo XIV o XV, de cuando los Padilla eran amos y señores del pueblo. Lo que queda de aquel castillo es el patio de armas y la torre de homenaje, restaurada hace unos años. A ella se puede acceder hasta lo más alto por unas escaleras interiores habilitadas para ello. Desde arriba las vistas son majestuosas. A un lado “El Valle de la Sangre” y la sierra de Cabrejas, al otro el cañón horadado por el río, al otro las vistas del pueblo. No te cansas de contemplar el bello paisaje.








Castillo y vistas


Después de comer, en uno de los varios restaurantes, nos toca regresar nuestro camino pues aún quedan sitios por visitar. Nuestra siguiente parada y a escasa distancia de Calatañazor es el  “Sabinar de Calatañazor”.  Ya habíamos visitado con anterioridad “La Casa del Sabinar”, que se encuentra a tiro de piedra en Muriel de La Fuente, cerca de la entrada a “La Fuentona”. En el Centro de interpretación nos explicaron las características del bosque de sabinas y en especial el del “Sabinar de Calatañazor”.


Entrada y Sabinar de Calatañazor




 Dentro del gran sabinar que compone la Sierra de Cabrejas se encuentra éste pequeño reducto que destaca por su singularidad entre los de su entorno, siendo único en Europa. En su extensión de 22ha. se pueden  contemplar sabinas con un gran porte, de más de 20 metros de altura y de 5m. de diámetro. Este desmesurado crecimiento en éste lugar es debido a su situación en el fondo de  la ladera, donde descargan las aguas y por haber sido utilizado por el hombre como dehesa para el ganado, no habiéndose alterado en siglos. Todo ello le ha servido para ser declarado “Reserva Natural” en el año 2000. La entrada al sabinar está junto a la carretera. Un pequeño aparcamiento te permite dejar el coche y realizar un paseo por el bosque. No te defrauda el paisaje. No hay senderos, la ruta es libre, a tu aire. Todo un placer el poder explorar los rincones del bosque.


Seguimos nuestra ruta hasta Cabrejas del Pinar. La carretera discurre entre sabinas, carrasca y algún enebro. En lo alto del páramo nos detenemos en el mirador “El Mirón”, un cartel nos invita a ello. Buenas vistas de Calatañazor y su entorno. Seguimos viaje y a poca distancia otro cartel nos indica “Sima del Gato”, nos paramos. Está a pocos metros de la carretera. Una valla de madera protege de las caídas. Es un pozo kárstico de unos 8m. de profundidad. El letrero nos dice que durante años se utilizó como basurero por los vecinos. Hoy se ha limpiado y puesto en valor. 




Sima del Gato

Seguimos camino y al poco otro letrero nos indica “Taina de las Verguillas”. Se ve desde la misma carretera. Es la típica tenada ganadera que se usa para guardar el ganado y de parideras. Está en muy buen estado de conservación. 


Ya bajado del páramo otro cartel nos indica que a la izquierda se encuentra un molino harinero. Ésta vez no nos paramos. Llegamos a Cabrejas del Pinar.  Lo primero que se ve son los restos de su castillo en lo alto de una loma, justo encima del pueblo.


 Desde el primer momento se aprecia que Cabrejas del Pinar ha sido un pueblo prospero. Tiene buenas casas y la iglesia sobresale entre ellas. Tiene el título de San Millán de la Cogolla.







Iglesia y rollo de Cabrejas del Pinar

 Construida en el siglo XVIII de estilo barroco, sobre otra anterior de estilo románico que quedó asolada en un incendio ocurrido en 1734. Éste fue el primero de tres incendios que sufrió el pueblo, el más importante el de 1872, que devastó el pueblo.  Volviendo a la iglesia, está construida en sillería en forma de cruz latina, con alta torre de tres cuerpos. Su portada la adornan dos columnas salomónicas. En su interior se pueden contemplar varios retablos barrocos y una pila bautismal románica muy decorada, posiblemente perteneciente a la anterior iglesia. Seguimos de paseo por las calles y tras pasar por el rollo jurisdiccional de piedra, preguntamos a un vecino como subir mejor al castillo. Muy amablemente nos indicó, pero para sorpresa nuestra nos invitó a su casa a que viésemos su pequeño museo. De nombre Saturnino Gil, conocido por “Cachi”. Como hemos dicho su casa es un museo, un gran museo de la artesanía en madera de sabina: bastones, colgadores, mesas, botelleros y un sinfín de cosas hechas a mano por éste hombre de 80 años. Él nos cuenta la vida del pueblo, de como con la industrialización los vecinos emigraron a las ciudades, de haber antes rebaños de 2.000 cabezas, de más de cien carretas cuando pertenecía a la Real Cabaña de Carreteros, de cómo se pasaba él de sol a sol en el campo acarreando una yunta de bueyes ayudando a su padre. En un rato que estuvimos con él por su boca narró toda una vida de lucha. Escuchando a estas personas es aprender de  cómo nuestros mayores han llegado hasta nosotros con una gran carga sobre los hombros, donde nadie les ha dado nada y lo que tienen se lo han ganado ellos. Nos despedimos tras regalarnos unas setas de colmenilla, muy abundantes en la zona al igual que otros tipos de hongos y setas. Desde éstas líneas gracias “Cachi”.


Subimos al castillo. Lo realizamos por donde se encuentra la Atalaya, una torre circular que es la construcción más antigua del castillo. Se remonta al siglo XI, en época de reconquista. Se encuentra al este de la otra fortificación.  Lo que queda del castillo son los restos de lo que se edificó en el siglo XIV. Los muros de la torre de homenaje y cuatro o cinco muros más con dos puertas de entrada. Desde el castillo salía la muralla que rodeaba el pueblo, de la cual aún se ve algún vestigio junto a la carretera.








Castillo y restos de la muralla

  Una sorpresa nos encontramos a la salida del pueblo; debajo de un cobertizo vimos una antigua bomba de agua muy bien conservada, de las que se utilizaban en el siglo XIX y principios del XX para apagar los fuegos. Seguro que esta se utilizó en el último incendio de Cabrejas del Pinar en 1872.


 Ya en la N-234, camino de Burgos, y junto a la carretera contemplamos la ermita de Santa Ana, mandada edificar por un “indiano” del pueblo. Resalta por su gran magnitud y por la soledad del paraje.


Recomendable esta ruta para toda la familia.

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