SAN PEDRO DE ARLANZA. (BURGOS) CUNA DEL CONDADO DE CASTILLA Y SU ENTORNO NATURAL
En un enclave de gran belleza, plagado de
sabinas, enebros y bosque de ribera, junto al curso del río Arlanza y dentro
del Parque Natural Sabinares del Arlanza, con el bosque de sabinas más extenso y mejor conservado de
todo el mundo y alguna con más de dos mil años de vida, nos encontramos con la
cuna del Condado de Castilla, el Monasterio de San Pedro de Arlanza.
Para llegar debemos coger la
carretera N-234 y en la población de Hortigüela, a la cual pertenece el
monasterio, desviarnos por la BU-905, en dirección a Covarrubias, y paralela al
río, y en cinco kilómetros estamos ante el monasterio.
Las edificaciones del cenobio
se ven antes de llegar, bajo un risco imponente, donde yergue la ermita de San
Pelayo, de la que luego hablaremos, vemos su imagen, ahora en estado de
rehabilitación, que nos traslada a tiempos en que los inicios de Castilla daban
sus primeros pasos. Fundado en el año 912
por Gonzalo Fernández padre del “Buen Conde”, Fernán González, pronto
contó con grandes privilegios y donaciones de los condes, del rey Fernando I, que según se cuenta lo eligió
como lugar de enterramiento, sin llegarse a consumar y más donaciones de otros
reyes y nobles de Castilla. El poder que alcanzó durante un largo periodo de
tiempo derivó en un Señorío, lo que le enfrentó con obispos de varias diócesis
y abades de otros monasterios.
Escudo de Castilla tallado en la torre
El monasterio ha estado siempre vinculado a la historia de Fernán González, y allí fue enterrado junto a su esposa hasta que la desamortización del siglo XIX los sacó del monasterio para ser llevados a la colegiata de Covarrubias.
Tumba de Fernán Gonzáles y su esposa en la Colegiata de Covarrubias
Con orígenes prerrománicos,
los avatares que ha sufrido, expolios, reformas, etc. poco queda de aquel
esplendor del cenobio que llegó a controlar un inmenso territorio. La primitiva
iglesia parece ser se levantó en el año 1080 y tenía tres naves y tres ábsides.
El gótico trajo modificaciones que cambiaron el aspecto del templo. Hoy en día
la restauración de sus ruinas nos permite ver parte de la iglesia y el
monasterio. La portada se trasladó en 1895 al Museo Arqueológico Nacional. Y si
queremos ver muchos de los elementos de arte que contenía nos tendremos que
desplazar a otros museos, como al Museo
Metropolitano de Nueva York o al Museo Nacional de Arte de Cataluña entre otros
lugares. Pero de por sí, merece una visita y contemplarlo.
Virgen de las Batallas y capitel románico en el Museo de Burgos
Pinturas en el Museo de Arte Nacional de Cataluña
Muy cerca, y por un sendero señalizado se va a la ermita de San Pelayo, también llamada San Pedro el Viejo. Tras una corta subida se ven las ruinas de este antiguo centro religioso de origen Alto Medieval. Se erige sobre el risco a 980m. de altura dominando todas las vistas.
La Ermita de San Pelayo vista desde el Monasterio
Vista exterior de la ermita
De una sola nave rectangular de pequeñas dimensiones, las ruinas
solo dejan ver los muros y alguna ventana y el ábside prerrománico. La leyenda
cuenta que estando cazando el conde Fernán González y persiguiendo un jabalí,
se introdujo en la ermita donde se encontró con los ermitaños Pelayo, Silvano y
Arsenio que le auguran victorias en las batallas, a lo cual el conde les
construye el monasterio. La ermita presenta varias etapas constructivas, del
prerrománico, románico, gótico y barroco.
Encina que entorpece el camino y el gran risco donde se encuentra la cueva
Para saber más de este lugar pincha aquí: San Pedro de Arlanza
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