TALVEILA
Y SU MUSEO ETNOGRÁFICO (SORIA)
Visitar
Talveila es encontrarse con un remanso de paz en mitad de la naturaleza,
situada en un valle rodeada de un gran pinar por un lado y sabinas por el otro,
no en vano se encuentra dentro del denominado Sabinares Sierra de Cabrejas.
Para llegar a Talveila cogemos la N-234 y a la altura de Mojón Pardo tomamos el
desvío que nos conduce al pueblo.
El
origen del pueblo y su nombre, algunos lo sitúan en la época de celta y
posteriormente a la repoblación de la cabecera del Duero a mediados del siglo
XI. Ya en el siglo XIV paso a ser dominio del obispo de Osma, para pasar su
señorío, en el siglo XVI, a manos Juan
Alonso de Vinuesa y
posteriormente al Marques de Badillo.
Talveila
es un pueblo vinculado a su monte, a la industria de la madera, al transporte
carreteril y a la “Suerte de los Pinos”. Mucho ha cambiado desde los años prósperos de
principios del siglo XX, cuando contaba con más de 700 habitantes empadronados
y a las escuelas acudían más de 60 niños y niñas. Hoy en día ya no hay colegio,
los pocos habitantes, 25 todo el año, ven con recuerdo tiempos pasados con la
nostalgia de mejores momentos en el pueblo.
Antes
de entrar al pueblo se encuentran las piscinas municipales, que hacen las
delicias de los visitantes en época estival.
El
edificio más alto es la iglesia, dedicada a San Miguel Arcángel, está situada
en un lugar dominante. La escalera de acceso y su espadaña ambas de buena sillería. El templo original
se quemó, motivo por el cuál ofrece actualmente una imagen moderna. Su interior
es armónico. Ábside, nave, coro y piezas ornamentales aparecen bien conjugadas
y guardan una proporción amable. Además de las esculturas ( San Roque, San
Pablo, San Pedro, San Miguel; San José, La Magdalena, San Sebastián y Santa
Bárbara ), merecen destacar los retablos del Santo Cristo y Nuestra señora del
Rosario ( Siglo XVII ) y otros de San
Antón y Santo Tomás, posiblemente más antiguos traídos de las ermitas
desaparecidas. Existe una pila bautismal
de bastante antigüedad (de estilo románico) y una reliquia de San Blas
que se conmemora el 3 de febrero.
Interior y exterior de la iglesia de Talveila
Nosotros llegamos al pueblo el día de San Roque, precisamente durante su procesión, pero al llegar a dentro de la iglesia se nos impidió realizar fotografías. (¿). (Ya habiamos realizado alguna)
Procesión de San Roque
A la
salida de la misa nos atendió muy amablemente
Nieves y con ella paseamos por las calles mientras nos contaba sus
vivencias y nos invitó a visitar el Museo Etnográfico. No en vano, su marido
Jesús Gómez fue uno de los promotores y tiene las llaves. La amabilidad y
simpatía de este matrimonio es de resaltar y tuvimos mucha suerte encontrarnos
con ellos. Jesús es un amante de su pueblo y se desvive en alabanzas hacia él,
y lo feliz que se encuentra en Talveila después de pasar años fuera de él.
Museo etnográfico de Talveila
El
Museo es muy completo y Jesús nos explica los pormenores de cada rincón y sus
piezas, que hay que decir que son donaciones de los vecinos, que aquí están a
buen recaudo, que de otra forma acabarían en un basurero o quemados en alguna
hoguera. Hay objetos de labranza, de oficios de herrero, de carpintero, de los resineros, de los
panaderos utensilios de la casa, etc. vestigios de la vida en el pueblo en
otros tiempos, de cómo eran los días duros en el mundo rural y que provocó la
emigración a las capitales y la despoblación de la España Olvidada. Y por si
fuese poco lo visto aún nos espera en otra sala una sorpresa, la escuela de
antes, con sus pupitres de madera, sus encerados de pizarra y los libros de
texto que pasaban de unos a otros dentro de la familia, un mapa de España de
cuando no existían las autonomías, cuadros que presidían las aulas, el dictador
y José Antonio, el crucifijo y la estampa de la Virgen. Acompaña la exposición
fotos de alumnos en grupo de varios años, de cuando el pueblo contaba con niños
que corrían por el pueblo al salir de clase.
Un
museo digno de visitar de la mano de Jesús, que siempre está dispuesto a
enseñarlo y que por cierto su casa está en frente, no tiene perdida, la casa
“azul” es su morada. A nosotros nos encantó su compañía y la de Nieves, siempre
atentos y dispuesto a darnos un café o un vaso de vino. Solo nos queda darles
las gracias de todo corazón y prometerles otra visita, pues nos queda por
visitar las dos pedanías de Talveila:
Cantalucia y Fuentecantales que al final no pudimos ver, pero que volveremos.
PARA VER EL MAPA PINCHA Aquí:
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