BEZARES (BURGOS)

 BEZARES. (BURGOS)

DONDE HABITA EL SILENCIO

Bezares es un pueblo desconocido para la gran mayoría, un lugar escondido de difícil encuentro.  El topónimo parece derivar de “biezo”, voz de uso regional que significa  abedul, según los estudiosos.

A Bezares hay que ir, ya que está aislado de cualquier comunicación, por no tener no tiene ni carretera asfaltada, es como si el lugar se hubiese detenido en el tiempo. Su nombre aparece escrito por primera vez en el censo-pesquisa del rey Pedro I en 1352  conocido como Libro de las Behetrías.

Para llegar hemos ido hasta Monterrubio de la Demanda, y desde allí por un camino tortuoso llegamos a Bezares.  

Es la representación más palpable de la despoblación del mundo rural, la España Vaciada. Hoy en día un solo vecino habita sus calles, quedando lejos los casi cien habitantes que tenía el pueblo a mediados del siglo XX y más lejos aún los años que se preveían de bonanza, cuando a finales del siglo XIX se realizó el ferrocarril minero que unía la capital burgalesa con la Sierra de La Demanda, para el transporte del mineral de hierro que se encontraba en sus tierras. En marzo de 1895, Pablo Pradera, vecino de Riocavado de la Sierra, empresario minero, contratista de obras y experto conocedor de la comarca natural denominada Sierra de Burgos, quien actuaba de consuno y como apoderado del capitalista Richard Preece Williams, ciudadano británico de 44 años, soltero, comerciante y natural de Manchester,  comenzó las pertinentes gestiones en nombre de la sociedad británica Richard Preece Williams, con sede en Londres, ante la Diputación Provincial de Burgos para construir el Ferrocarril minero de vía estrecha de Burgos a Monterrubio, una vía férrea desde la capital hasta el límite con la provincia de Logroño

Una aventura que poco duró, ya que entre los años 30 y 50 del siguiente siglo se desmantelo el ferrocarril y las minas dejaron de ser explotadas. Aún hay un yacimiento de hierro que nunca llegó a explotarse.

No hay mucho que ver en Bezares, poco más de media docena de casas hay en el pueblo y sus calles están sin asfaltar. Al fondo del pueblo una explotación ganadera tiene como propietarios a foráneos del lugar que se ha hecho con la propiedad de otras casas.  El único vecino se queja de la dejadez del ayuntamiento de Valle de Valdelaguna al que pertenece Bezares.

Una edificación sobresale en el pueblo, es su iglesia  dedicada a Santa Lucía, de una nave, con ábside  rectangular. La portada tiene arco de medio punto con grandes dovelas y la torre es en espadaña, de tres cuerpos, rematados en bolas y frontón partido, con tres huecos y dos campanas.

La pila es de las llamadas de piscina, estrecha, con arcos en relieve y sogueado en el borde, con base circular moldurada, posiblemente de origen románico.  El retablo mayor es barroco, de 1770 aproximadamente. Tiene  otro clasicista con Virgen con Niño y  otra imagen del siglo XVI.

Pero lo verdaderamente interesante de Bezares es su naturaleza, su paisaje, que hace las delicias de los senderistas. Son montes en las que dominan el pino silvestre, el haya, y, en menor cantidad, el roble y el acebo, siendo  los terrenos restantes  de matorral; brezos, majuelos, biércoles, zarzamoras, jaras, escobas, etc. y algunos arbustos de gran importancia para el cobijo y sustentación alimenticia de la fauna, como enebros, servales, cerezos silvestres, etc.

También destaca esta zona pos su riqueza y variedad micológica. Es espectacular la fauna de esta parte de la Sierra de la Demanda, en la que abundan el ciervo, corzo, jabalí, zorro, tejón, nutria, garduña, águila real, águila culebrera, azor, halcón peregrino y una gran población de buitre leonado que junto al buitre negro, recién introducido se pueden ver en los cielos.   La zona está  afectada por la Reserva Nacional de Caza, que tiene  el buen aprovechamiento de sus recursos  sus principales deberes, como fuente de riqueza, deporte y conservación de las especies. El lobo, que en los primeros años de existencia de la Reserva, se pensaba había desaparecido, actualmente vuelve estar presente aun cuando su presencia es esporádica.  La Reserva es un lugar idóneo para los deportes de invierno como el esquí nórdico u otros, al aire libre como el senderismo, la equitación  y la bicicleta de montaña. Las diferentes rutas señalizadas dentro del Valle de Valdelaguna no dejan indiferente a nadie, ya que el entorno natural es impresionante.

Merece la pena perderse por estos parajes, donde disfrutar de paz y silencio, solo roto por los sonidos de la naturaleza.

Nosotros hemos pasado una mañana donde hemos visto ciervos que se han cruzado en nuestro camino, hemos disfrutado del paisaje y de una jornada muy placentera. Muy recomendable para un día sin prisas.

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