GUMIEL DE IZAN (BURGOS)
UN PUEBLO MEDIEVAL EN LA RIBERA DEL DUERO
Hoy visitamos Gumiel de
Izan, en la Ribera del Duero, donde sus
vinos hablan ya por si solos de esta comarca.
Y sí, Gumiel de Izan tiene bodegas y buen vino, pero también tiene otras
muchas cosas que enseñar.
Las primeras noticias documentadas
de su población datan del año 1042, (Gomelle
de donno Içane) aunque ya por aquí pasaron los romanos por la ruta que
comunicaba Cesaraugusta (Zaragoza) con Asturica (Astorga), y de ello han dejado dos puentes romanos, el de
San Antonio y el de San Pedro.
La toponimia del nombre nos
habla de la ocupación árabe, ya que Izan pare que fue el primer señor de la villa, “el moro Izan”.
Para llegar al pueblo no hay
pérdida, ya que se encuentra a pie de la autovía de Madrid a Burgos, a doce
kilómetros de Aranda de Duero.
Nada más entrar al pueblo te
encuentras con señales que indican las bodegas que aquí se asientan y que
puedes visitar previa cita: Bodegas La Asunción de Nuestra Señora, Bodegas
Cuevas, Jiménez, Bodegas Imperiales, Bodegas Riberalta, Dominio Basconcillos,
Bodegas Renalterra, Vinum Vitae, Viña
Gumiel. Bodegas Portia y Bodegas Nabal
Como hemos dicho Gumiel de Izan da para mucho, la visita al pueblo no te defrauda. Por algo está declarada como B.I.C. su conjunto histórico. Sus calles empedradas te invitan a patearlas, a contemplar la arquitectura popular que se ha conservado con mucho gusto, y donde predomina el entramado de madera.
Caminar por las calles estrechas y descubrir rincones escondidos a primera
vista es un placer. Muy bien conservado está el pueblo, tanto es así que el
ayuntamiento premia a los propietarios que mejor restauran sus casas.
La trama urbana se organiza en torno a la Calle Real, antigua vía principal del pueblo y donde se pueden ver casonas castellanas, algunas con escudos heráldicos, en otras se pueden ver los respiraderos de las bodegas subterráneas que horadan el suelo del pueblo. y en lo alto los restos de lo que fue el castillo.
Puerta con dintel decorado con azucenas y respiradero de una bodega subterránea
Restos de la muralla y del castillo
Puerta de los Mesones
No te cansas de callejear pero si hay un sitio para detenerse es la Plaza Mayor. Aquí se realizan las mejores postales de recuerdo. Lo primero que llama la atención es su imponente iglesia, grande majestuosa. Construida entre los siglos XV y XVI nos presenta una fachada barroca que impresiona. Seguramente levantada sobre otra anterior, de la que se conservan restos. Lamentablemente muchas de sus piedras sufren el “mal de la piedra” y se están deteriorando. Está dedicada a Santa María y consta de tres naves coronadas con bóvedas de crucería. Al pie de la iglesia hay una puerta tapiada gótica y otra románica de transición. A ella se accede por una gran escalera desde donde contemplar la fachada principal sobrecoge. Es, en piedra un gran retablo, con columnas, hornacinas, estatuas y relieves. La puerta es adintelada con ángulos rectos. Vigila a la iglesia una alta torre cuadrada y almenada con pináculos góticos.
Iglesia de Santa María
Parte trasera de la iglesia y puerta románica
Vistas de la Plaza Mayor desde la iglesia
El pueblo cuenta con tres
ermitas, una en el mismo casco urbano, sin nada que señalar, por lo que nos
decidimos a dar un paseo andando de kilómetro y medio hasta la ermita de San Antonio, situada en un
alto que domina las riberas del río Gromejón. Adosada a ella hay un refugio con mesas y
cocina de leña que seguramente se utilice el día de su romería.
Ermita de San Antonio
Campo de viñas
Retomamos el camino, pasando
por viñedos recién vendimiados hasta el coche. Ha sido un día que hemos
disfrutado al máximo, enoturismo y visita cultural. Día completo.
Camino a la ermita de San Antonio.
Para ver el mapa pincha aquí: