DIEGO MARÍN AGUILERA
EL HOMBRE QUE QUISO SER PÁJARO
Nos
encontramos en Coruña
del Conde, un pueblo de la Ribera burgalesa al que ya acudimos en otra entrada de este
blog, pero nos quedó profundizar en un hijo del pueblo que hizo historia y del
que queríamos saber más. Su nombre Diego Marín Aguilera, el hombre que quiso ser pájaro y se
convirtió en pionero de la aviación, el primer hombre que voló con un artefacto
construido por él, el primero en la historia. Una hazaña poco conocida y que
queremos difundir para su conocimiento fuera del ámbito aeronáutico. Diego Marín Aguilera
Diego Marín Aguilera nace
en Coruña del Conde en 1758, siendo
el mayor de siete hermanos, en una familia campesina y desde muy temprano, tras la muerte de su padre cuando él tenía
14 años, tuvo que asumir la responsabilidad de mantener la casa familiar. Su
quehacer diario era sacar al rebaño de ovejas por los campos lo que le daba
tiempo para desarrollar su inteligencia en inventar “maquinas” que hiciesen el
trabajo y la vida más fácil para él y sus vecinos. Así ideo un artilugio para
fustigar a los animales durante la trilla, otro que facilitaba la molienda en
un molino sobre el río Arandilla, otro
artilugio para la máquina de un batán en el mismo río e incluso una máquina
para aserrar el mármol de las canteras del cercano pueblo de Espejón.
. El pueblo que vió volar a Diego. Coruña del Conde
En
su trabajo de pastor le dio por observar a las numerosas aves que volaban por
el cielo de su pueblo, en especial las águilas y buitres. Durante años miraba
al cielo pensando como emular esos vuelos, él también quería volar. Se las
apañó para capturar varias de estas aves y estudió sus formas, envergadura, peso,
las alas y la cola, y se dispuso, en secreto, a fabricar un aparato que le llevase
al cielo. Con todos estos datos y con la
única ayuda (y, por supuesto, la complicidad) del herrero local; dicho
artilugio, a la postre, consistió en un bastidor de madera y unas varillas de hierro,
con una alas cuya envergadura alcanzaba los ochos metros por cada lado y un
cuerpo que contaba con una longitud de cuatro metros y medio, siguiendo las
proporciones de las aves que había observado, todo ello recubierto con telas y
las plumas que había ido quitando a estas aves en sus largos años de estudio.
Mediante unas rudimentarias manivelas podía controlar las alas, y se ayudaba
asimismo con unos estribos con los que podía orientar la dirección de la cola.
Se desconoce si Marín pudo conocer los diseños de Leonardo da Vinci, ya que su
artilugio tenía unas proporciones parecidas, y estaba basado en el mismo
principio: mantener el vuelo mediante el batir de unas alas artificiales. Grabado de como pudo ser el vuelo de Diego Marín Aguilera saltando desde el castillo
La
noche del miércoles 15 de mayo de 1793, ascendió, ayudado por sus amigos y
confidentes, hasta la peña más alta del castillo, ya que era imposible que una
sola persona pudiera manejar el aparato, y desde allí se lanzó al espacio. Se
elevó unas cinco o seis varas (una vara burgalesa equivale a 0,835 metros) y
salió volando en dirección al Burgo de Osma y Soria, donde tenía parientes a
los que pretendía visitar. Pasó en vuelo rasante por encima de las casas del
pueblo y recorrió una distancia de cuatrocientas treinta varas (trescientos
cincuenta y nueve metros), cuando sufrió una avería que le hizo caer a tierra,
cerca del cauce del Arandilla, al haberse roto una pernia del ala derecha, sin
más consecuencias que la contrariedad sufrida.
Puentes sobre el río Arandilla en Coruña del Conde
Habiendo
comprobado que su máquina funcionaba, pensó en reconstruirla y perfeccionarla,
más convecinos y parientes, temiendo le ocurriese alguna irreparable desgracia,
se la destrozaron y quemaron.
Triste
y abatido, cayó en una profunda depresión que le llevó al sepulcro. Fue
inhumado, como consta en el acta de defunción firmada por el párroco José
Sacristán Marín y Aragonés, en el interior de la iglesia de San Martín de Tours
del pueblo, no lejos del púlpito.
Homenaje a Diego en su pueblo
Diego Marín Aguilera fue,
sin duda, el primer hombre de la historia que consiguió volar, tal como
numerosos estudios y documentos lo demuestran —si bien su hazaña ha sido
sistemáticamente ignorada por los estudiosos extranjeros—, adelantándose casi
un siglo al ingeniero alemán Otto Lilienthal, muerto en 1896, a los cuarenta y
ocho años, cuando experimentaba con uno de sus planeadores. Por tal motivo, el
Ejército del Aire rinde merecido homenaje a Diego Marín Aguilera como
el antecesor de la Aviación Española.
Avión colocado por el Ejército del Aire
En
1995, su hazaña fue reconstruida en un aparato similar —no igual, ya que Diego Marín Aguilera no dejó ningún dibujo, descripción o
testimonio de ninguna clase— al utilizado en 1793; eso sí, se emplearon para el
programa televisivo Al filo de lo imposible idénticos materiales, construido en
colaboración con la Facultad de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad
Politécnica de Madrid.
Aparato utilizado por "Al Filo de lo Imposible "conservado en la iglesia del pueblo.
El
hecho también pasó al séptimo arte, con el filme La fabulosa historia de Diego Marín Aguilera, dirigido por
Fidel Cordero, en 1996, y premiado con un Unicornio de Plata en la I Semana de
Cine Fantástico y de Terror en Estepona (del 11 al 16 de septiembre de 2000).
En
Coruña del Conde se le rinde
homenaje en un monumento junto a la carretera y hasta hace unos años junto al
castillo se erigía un caza americano, Lockheed T-33, colocado en 1994 por el Ejército
de Aire. En el año 2013 se retiró al no llegar a un acuerdo de mantenimiento
entre el ayuntamiento y el ejército.
(Fuentes
de los datos: www.mcnbiografias.com
y www.dbe.rah.es)
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